Lo tenía desdibujando sus últimos anhelos y rezando
plegarias desesperadas.
No tenía sospecha de quién se ocultaba bajo la máscara y no
reconocía el timbre de su voz.
Entre el suelo y la sangre que corría lentamente por el piso
de madera vieja, se encontraba un oído desnudo susurrado por voces imaginarias.
Cantos post mortem de peculiar inarmonía que despedían su transitada vida.
La máscara inexpresiva permanecía quieta y paciente mientras
Alonso perdía el conocimiento, sollozaba silencioso entre agonías y películas
de años pasados que danzaban frente a sus ojos.Vislumbraba de contrabando entre canción y canción en busca
de preguntas que no tenían sentido responder.
El sujeto de la máscara se acercó con sigilo y le acarició
el rostro un tanto culpable y un tanto satisfecho. Alonso, casi destruido, pudo
respirar con alivio. Después de tanto pensar, de semanas de haber sido
secuestrado y torturado por un intérprete anónimo, pudo al fin reconocer quién fuera
él.
Le tomó de la mano, tembloroso. Entreabrió sus muertos
labios y recitó sus últimas palabras.
“Gracias hijo, sé que fui un mal padre, sé que robé y atenté
contra miles de personas para justificar mi propia miseria. Y ahora esa misma miseria
será parte de tu vida desde hoy hasta el día en que te mueras. Nos vemos en el
infierno”
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Me gustan tus relatos y cuentos. No sabía que tenías faceta de escritora de este tipo. Te dejo mi blog, lo tengo un poco abandonado, pero trato ya de subir contenido, ojala te guste. Saludos Anna. http://lavozenelvacio.blogspot.mx/
ResponderEliminarMuchas gracias!!! ahora lo reviso con gusto! y no lo abandones!
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