viernes, 29 de enero de 2016

La casa imperfecta

Miré hacia el espejo y me di cuenta que no era yo.
Mi ropa estaba llena de sangre y los dedos de mi mano izquierda quebrados en pedazos.

Su respiración se torcía en un silencio incómodo y lleno de polvo, alborotado por los muebles desordenados de la vieja habitación.
Le había matado, le había quitado lo único seguro que tenía.

Creí sentir algo de dolor, pero mi alma ya estaba vacía. Ni si quiera sentía culpa al verle directo a los ojos muertos y blancos.
Solo yacía ahí... semidesnudo y desanimado cuerpo perfecto sobre mi casa imperfecta que apenas cobraba vida.

Miré de nuevo al espejo y me di cuenta que no era yo.
Volví a la escena del crimen.
Estaba yo misma tendida en el suelo, con esos ojos sin dirección y sin objetivos.

Había escuchado voces y sabía que no eran voces en mi cabeza.
Después de quitarme la vida, me convertí en algo más que amuebla esta casa imperfecta, para reescribir una historia junto a los otros.

Es hora de enterrar mi cuerpo, y dejar lista la casa. Quizás preparar la cena o quitar las telarañas del techo.
Te estaré esperando hoy y hasta el día en que vengas a visitarme.


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